Yo tenía cuatro años. Vinimos mi madre y yo y dos hermanos desde mi pueblo, que está cerca de Albacete.
Cuando llegamos a Igorre, tuvimos que caminar durante media hora; más adelante había una cuesta, y un poco más arriba se veía una barriada de casas, una iglesia y una escuela a la cual iríamos mis hermanos y yo.
En Igorre viven unos cinco mil habitantes. Llueve mucho y tiene mucho verde de varios tonos. Aquí los bosques predominan sobre el asfalto. En invierno se puede disfrutar, y hay nieve en las cimas. Los niños son alegres y tienen muchos entretenimientos.
Antonia Martínez
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