A los pocos meses, ya sabía donde me tocaba: a las Islas Canarias.
Al conocer la noticia, me puse muy triste, pues tenía que ir muy lejos. El día llegó, y me tuve que ir; pues a despedirme sólo vinieron mi madre y mi novia. El tren tenía como destino Zaragoza; allí pasaríamos la noche y, al día siguiente, cogería el Hércules que nos llevaría a Tenerife. Al llegar al campamento me pareció precioso. Estuvimos descansando, y al día siguiente, nos dieron la ropa para empezar la instrucción. Pasamos tres meses agotadores, pero ya había pasado lo peor. Ahora me destinaban a La Palma, una isla pequeña, pero muy bonita. Ahí hice amigos y, en especial, al mejor amigo: mi amigo Tomás. Allí me pusieron de cabo primero de cañones sin retroceso. Todo cambió, y al cabo de un tiempo estaba ya como en mi casa.
Esteban Gil
Me alegro que al menos pasases una buena mili.A mi marido le toco Valladolid en aviación, pero estuvo en perreras y también paso una mili buena.
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