Alrededor de la una o dos de la tarde, el cielo estaba un poco nublado, tal vez porque era el final del verano.
Inesperadamente vino mi padre y me llevó consigo en moto. Iba conduciendo hacia la playa pero yo no sabía a donde íbamos, hasta cuando llegamos allí.
La playa no estaba lejos de la casa. Sólo había tres o tres y medio kilómetros de distancia.
Yo me asombré por su enorme inmensidad y no ver el final por ningún lado. Y sus olas no paraban el movimiento hacia delante y hacia atrás.
Aquel día fue tranquilo y azul.
El mar, al verlo por primera vez es maravilloso.
Mohamed Boukich
Me gustaría que tus días fueran tan felices y azules como el primer día que viste el mar.
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