Vine a un caserío y me encantó. Estaba con las gallinas, conejos, …, todo eso teníamos. Lo pasaba muy bien.
Lo malo es que había que ir a lavar al río y traer agua de la fuente.
Cuando cumplí trece años, empecé a trabajar en una fábrica, y me tenía que levantar a las cinco de la mañana, porque había que ayudar en casa.
Isabel Valera
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