Yo era un niño tranquilo
y bastante tímido.
Me costaba
hablar con la gente,
y enseguida
me ponía rojo
y nervioso.
Teniendo 7 años
empecé a escribir
mis primeras redacciones
en el colegio,
y entonces me sentía
muy a gusto
y contento.
A los 9 años,
cuando el profesor
nos pidió escribir
una carta de pésame,
a un amigo imaginario,
por la muerte
de su padre,
fue la primera vez que
que descubrí
mi gran pasión
por la escritura,
y lo “mágica” y fascinante
que resultaba esta...
La carta
la escribí con el corazón,
y modestia aparte
me quedó muy lograda,
y así me lo hizo saber
mi maestro,
que dijo
que se emocionó mucho,
y no esperaba
que siendo un niño pequeño,
pudiera así de bien ,
expresar mis sentimientos...
¡Qué pena!
que una carta
tan sencilla y emotiva,
se haya perdido
en el olvido,
del tiempo y los recuerdos...
Federico Gil Marcos
Cualquier motivo o circunstancia puede ser el vehículo apropiado para abrir la puerta a la imaginación y al mundo de la escritura.
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