Estoy en la cama. Me despierta la lluvia contra el
cristal. Esta noche no he dormido bien. Por primera vez voy a ver la actuación
de mi hija que baila en el teatro. Estoy nerviosa. Me levanto, me ducho, me
preparo lo mejor posible y tomo un café rápido. Con los nervios no me apetece
nada más.
Cojo mi entrada y me dirijo al autobús con bastante
antelación para llegar a tiempo. Llego al teatro y con gran sorpresa veo una
gran fila de gente. ¡Qué bien- pienso- va a haber mucho público! Eso me alegra.
Me pongo en la cola dispuesta a esperar. De repente veo a mi hija que me busca,
me da un beso y me lleva con ella por otra puerta.
Entro al teatro !Es tan grande y bonito! Escojo la
primera fila para ver sin problemas la actuación. Quedan 20 minutos para empezar
y el teatro está a rebosar de gente.
Es la hora. Las luces se apagan y comienza la música.
Bailan coreografías preciosas. Yo disfruto, me emociono y lloro. Mis ojos no se
apartan de ella ¡Es mi hija! Cuando acaba la gente se pone en pie aplaudiendo
sin parar. Todo un éxito.
Espero su salida. Viene contenta y feliz, con un gran
ramo de flores y se abraza a mí. La primera vez que fui a ver actuar a mi hija,
fue una experiencia maravillosa.
Amparo Rey
Se nota que todavía te emocionas al recordarlo.
ResponderEliminarme eh emocionado al leer tu primera vez que fuistes a ver a tu niña al teatro
ResponderEliminarMe he emocionado al leer la primera vez que fuiste a ver a tu niña al teatro
ResponderEliminarMuy emotivo tu escrito,la verdad es que cuando nuestros hijos hacen cosas especiales se nos pone un nudo en la garganta y la lagrimilla en los ojos.
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